En esa tarde memorable, Él se manifestó como Avataravarishta -Encarnación de Dios en forma humana- y como la leyenda del Kalpataru-Árbol celestial que concede todos los deseos que son formulados bajo su sombra, derramó incondicionalmente bendiciones en abundancia sobre cada uno de los que se encontraban en la casa-quinta de Cossipore-
Como lo señala Swami Saradananda en el "Lila Prasanga":
"Sri Ramakrishna ese día fue algo más que un Kalpataru".
Se dice que el Kalpataru concede todo lo bueno, o menos bueno, que se le pide. Pero el Maestro hizo mucho más: mediante ese gesto suyo dejó establecido que él era un hombre Dios y que Su gracia protege a todos contra el temor y los libera sin discriminación alguna."
Ese día, por Su gracia, concedió la más elevada realización a todos. Como la lluvia que cae indistintamente sobre todos sin tener en cuenta mérito o demérito, Su gracia fluyó libremente cubriendo y embargando de dicha a todos los que
tuvieron la buena fortuna de estar en Su sendero.
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